Robert François Damiens antes los jueces - Foto vía BNF - |
El intento de asesinato de Luis XV
Con 42 años de edad, Damiens era un hombre corpulento, de corta estatura y nariz aguileña, con marcas de la viruela en su cara.
Había sido soldado y después fue servidor en un colegio de Jesuitas de París, del que fue expulsado por su mala conducta. Posteriormente comenzó a trabajar en el servicio doméstico de algunos consejeros de la Corte, donde el corpulento sirviente escuchaba las continuas recriminaciones de sus amos en contra del rey: un indeciso, caprichoso e influenciable Luis XV que, a pesar de su impopularidad, seguía siendo el monarca y las normas penales castigaban con extrema dureza cualquier delito relacionado con su majestad.
Por otro lado, Damiens disfrutaba pasando mucho tiempo en el Palacio de Justicia procurando enterarse de las últimas noticias y conversando con los magistrados. En una época de intensas disputas entre el Parlamento y el rey, Damiens sólo escuchaba las reprensiones que se difundían contra el monarca. Con su personalidad muy irritable, Damiens pronto dedujo que el rey tenía que ser eliminado.
El miércoles, 5 de febrero de 1757, el Rey francés, Luis XV visitó a su hija, Madame Victoire, que se encontraba en cama en Versalles. Cuando volvía a su coche de caballos, Damiens -tapándose el rostro con el sombrero- se abrió paso entre la guardia, cogió al rey y le hirió de una puñalada. El rey pensó en principio que había recibido un golpe, pero enseguida vio que sangraba por un costado. La guardia real cogió a Damiens y el rey exclamó entonces "¡Apresadle, mas no lo matéis!". El rey fue llevado a sus habitaciones y fue atendido por su cirujano que se encontraba en Versalles.
El arma empleada fue una navaja de dos filos que se encontró en el bolsillo de Damiens, medía 8,1 cm. La herida la produjo entre la cuarta y quinta costillas del lado derecho del monarca, que dadas las numerosas capas de ropa que llevaba a causa del riguroso invierno, se amortiguó en gran parte la penetración de la navaja. El examen de la herida reveló que ningún órgano importante estaba afectado. Se trataba por tanto de una herida leve, a menos que el filo hubiera sido envenenado con anterioridad. Así que por precaución se le practicaron al rey dos sangrías, el remedio universal de la época contra todo mal.
El juicio
En un primer momento se pensó en la existencia de unos cómplices o de una conspiración mayor, por lo que se ordenó se torturar a Damiens. Se le aplicaron en los pies unas pinzas al rojo vivo que le quemaron el talón de Aquiles, sin conseguir que hablara. Al día siguiente, Damiens, fue llevado a la cárcel.
Hubo una gran agitación en París. El pueblo acusó, en primer lugar, a los ingleses y después a los Jesuitas. Luis XV opinaba, sin embargo, que el atentado había sido un hecho aislado y que él perdonaba al autor. El rey hubiera preferido que se le impusiera una pena simbólica por una herida benigna. Trató de mantener la discreción sobre lo ocurrido y se negó a que se cantara un Te Deum por su curación.
Se decidió que Damiens fuera juzgado por la gran cámara del Parlamento, en lugar de la sala ordinaria de las audiencias criminales. Se le acusó de regicida. Luis XV precisó en el preámbulo:
"Los sentimientos religiosos nos invaden y los movimientos de nuestro corazón nos inducen a la clemencia. Pero nuestro pueblo, al que pertenece nuestra vida más que a nosotros mismos reclama, de nuestra justicia, venganza de un crimen cometido contra la vida que nos deseamos conservar para vuestra felicidad."
En la noche del 17 al 18 de enero, Damiens fue llevado a La Conciergerie, la prisión d estado. Como Damiens había intentado previamente suicidarse cortándose los genitales, fue atado a su lecho por medio de unas correas de cuero que le apresaban los brazos y las piernas.
El proceso se inició el 12 de febrero. En él se demostró que Damiens era el único autor del hecho y preguntado sobre los motivos que lo indujeron a ello, respondió: "Si yo no hubiera entrado nunca en las salas del palacio, y no hubiera servido a las gentes de espada, yo no estaría aquí". El 26 de marzo Damiens fue condenado a muerte, de la forma más cruel que se podía aplicar: quemado y después descuartizado.
"El día va a ser duro"
La mañana de la ejecución, cuando le despertaron y le sacaron de la celda, Damiens dijo "La journée sera rude" que significa "El día va a ser duro".
Según las crónicas de la época, Damiens fue obligado a pedir perdón delante de la Iglesia de París, donde lo llevaron montado en una carretilla, vestido tan sólo con una camisola y portando una antorcha de cera encendida.
Después, la sentencia ordenó atenazarle los pezones, brazos, muslos y pantorrillas para verterle por el cuerpo una mezcla fundida de plomo derretido, aceite hirviendo, resina de pez y cera mientras le quemaban con azufre la mano derecha en la que sostenía el arma con la que intentó matar al rey. A continuación, ataron sus extremidades con sogas a cuatro caballos para que estiraran su cuerpo hasta desmembrarlo en trozos que se arrojaron al fuego para consumirlos y aventar sus cenizas.
Pero la realidad fue mucho más dura que la sentencia. El oficial que debía arrancarle la carne con unas tenazas (para verterle después la mezcla hirviendo por las heridas) tuvo que retorcer la carne para poder cortarla. Además, la diabólica mezcla incandescente tenía tan poca calidad que sólo pudieron chamuscar la piel del condenado. Y encima, cuando los cuatro caballos no fueron capaces de desmembrarlo dada su robustez, se necesitó traer otros dos que, aun así, los seis animales tampoco consiguieron desmembrarlo. Al final, con Damiens plenamente consciente e implorando constantemente al cielo, los guardias tuvieron que romperle los músculos y tendones con cuchillos hasta llegar al hueso para facilitar que los caballos lo desmembraran. Uno de los oficiales dijo incluso poco después que cuando levantaron el tronco del cuerpo para arrojarlo a la hoguera, estaba aún vivo. Los cuatro miembros, desatados de las sogas de los caballos, fueron arrojados a una hoguera. Luego el tronco y el resto fueron prendidos con paja y madera hasta que sólo quedaron cenizas. El suplicio total duró unas 4 horas.
El famoso aventurero y escritor italiano Giacomo Casanova fue testigo de la ejecución desde un balcón privilegiado de la plaza. En sus memorias dejó constancia de la siguiente forma:
"Tuvimos el valor de presenciar la espantosa visión durante 4 horas... Damiens era un fanático que, con la idea de hacer una buena obra y obtener la recompensa celestial, había tratado de asesinar a Luis XV; y aunque el intento fue un fracaso, y sólo produjo en el rey una leve herida, fue arrancado en pedazos como si el crimen hubiera sido consumado.(...)En varias ocasiones me vi obligado a apartar la cara y taparme los oídos mientras oía sus desgarradores alaridos, después de que la mitad de su cuerpo se hubiese separado de él (...)."
Había sido soldado y después fue servidor en un colegio de Jesuitas de París, del que fue expulsado por su mala conducta. Posteriormente comenzó a trabajar en el servicio doméstico de algunos consejeros de la Corte, donde el corpulento sirviente escuchaba las continuas recriminaciones de sus amos en contra del rey: un indeciso, caprichoso e influenciable Luis XV que, a pesar de su impopularidad, seguía siendo el monarca y las normas penales castigaban con extrema dureza cualquier delito relacionado con su majestad.
Robert F. Damiens |
El miércoles, 5 de febrero de 1757, el Rey francés, Luis XV visitó a su hija, Madame Victoire, que se encontraba en cama en Versalles. Cuando volvía a su coche de caballos, Damiens -tapándose el rostro con el sombrero- se abrió paso entre la guardia, cogió al rey y le hirió de una puñalada. El rey pensó en principio que había recibido un golpe, pero enseguida vio que sangraba por un costado. La guardia real cogió a Damiens y el rey exclamó entonces "¡Apresadle, mas no lo matéis!". El rey fue llevado a sus habitaciones y fue atendido por su cirujano que se encontraba en Versalles.
El arma empleada fue una navaja de dos filos que se encontró en el bolsillo de Damiens, medía 8,1 cm. La herida la produjo entre la cuarta y quinta costillas del lado derecho del monarca, que dadas las numerosas capas de ropa que llevaba a causa del riguroso invierno, se amortiguó en gran parte la penetración de la navaja. El examen de la herida reveló que ningún órgano importante estaba afectado. Se trataba por tanto de una herida leve, a menos que el filo hubiera sido envenenado con anterioridad. Así que por precaución se le practicaron al rey dos sangrías, el remedio universal de la época contra todo mal.
El juicio
En un primer momento se pensó en la existencia de unos cómplices o de una conspiración mayor, por lo que se ordenó se torturar a Damiens. Se le aplicaron en los pies unas pinzas al rojo vivo que le quemaron el talón de Aquiles, sin conseguir que hablara. Al día siguiente, Damiens, fue llevado a la cárcel.
Hubo una gran agitación en París. El pueblo acusó, en primer lugar, a los ingleses y después a los Jesuitas. Luis XV opinaba, sin embargo, que el atentado había sido un hecho aislado y que él perdonaba al autor. El rey hubiera preferido que se le impusiera una pena simbólica por una herida benigna. Trató de mantener la discreción sobre lo ocurrido y se negó a que se cantara un Te Deum por su curación.
Se decidió que Damiens fuera juzgado por la gran cámara del Parlamento, en lugar de la sala ordinaria de las audiencias criminales. Se le acusó de regicida. Luis XV precisó en el preámbulo:
"Los sentimientos religiosos nos invaden y los movimientos de nuestro corazón nos inducen a la clemencia. Pero nuestro pueblo, al que pertenece nuestra vida más que a nosotros mismos reclama, de nuestra justicia, venganza de un crimen cometido contra la vida que nos deseamos conservar para vuestra felicidad."
En la noche del 17 al 18 de enero, Damiens fue llevado a La Conciergerie, la prisión d estado. Como Damiens había intentado previamente suicidarse cortándose los genitales, fue atado a su lecho por medio de unas correas de cuero que le apresaban los brazos y las piernas.
El proceso se inició el 12 de febrero. En él se demostró que Damiens era el único autor del hecho y preguntado sobre los motivos que lo indujeron a ello, respondió: "Si yo no hubiera entrado nunca en las salas del palacio, y no hubiera servido a las gentes de espada, yo no estaría aquí". El 26 de marzo Damiens fue condenado a muerte, de la forma más cruel que se podía aplicar: quemado y después descuartizado.
La ejecución de Damiens - Foto vía BNF - |
"El día va a ser duro"
La mañana de la ejecución, cuando le despertaron y le sacaron de la celda, Damiens dijo "La journée sera rude" que significa "El día va a ser duro".
Según las crónicas de la época, Damiens fue obligado a pedir perdón delante de la Iglesia de París, donde lo llevaron montado en una carretilla, vestido tan sólo con una camisola y portando una antorcha de cera encendida.
Después, la sentencia ordenó atenazarle los pezones, brazos, muslos y pantorrillas para verterle por el cuerpo una mezcla fundida de plomo derretido, aceite hirviendo, resina de pez y cera mientras le quemaban con azufre la mano derecha en la que sostenía el arma con la que intentó matar al rey. A continuación, ataron sus extremidades con sogas a cuatro caballos para que estiraran su cuerpo hasta desmembrarlo en trozos que se arrojaron al fuego para consumirlos y aventar sus cenizas.
Pero la realidad fue mucho más dura que la sentencia. El oficial que debía arrancarle la carne con unas tenazas (para verterle después la mezcla hirviendo por las heridas) tuvo que retorcer la carne para poder cortarla. Además, la diabólica mezcla incandescente tenía tan poca calidad que sólo pudieron chamuscar la piel del condenado. Y encima, cuando los cuatro caballos no fueron capaces de desmembrarlo dada su robustez, se necesitó traer otros dos que, aun así, los seis animales tampoco consiguieron desmembrarlo. Al final, con Damiens plenamente consciente e implorando constantemente al cielo, los guardias tuvieron que romperle los músculos y tendones con cuchillos hasta llegar al hueso para facilitar que los caballos lo desmembraran. Uno de los oficiales dijo incluso poco después que cuando levantaron el tronco del cuerpo para arrojarlo a la hoguera, estaba aún vivo. Los cuatro miembros, desatados de las sogas de los caballos, fueron arrojados a una hoguera. Luego el tronco y el resto fueron prendidos con paja y madera hasta que sólo quedaron cenizas. El suplicio total duró unas 4 horas.
Imagen actual de la Plaza Grève en París, donde fue ejecutado Damiens - Foto vía Mbzt - |
El famoso aventurero y escritor italiano Giacomo Casanova fue testigo de la ejecución desde un balcón privilegiado de la plaza. En sus memorias dejó constancia de la siguiente forma:
"Tuvimos el valor de presenciar la espantosa visión durante 4 horas... Damiens era un fanático que, con la idea de hacer una buena obra y obtener la recompensa celestial, había tratado de asesinar a Luis XV; y aunque el intento fue un fracaso, y sólo produjo en el rey una leve herida, fue arrancado en pedazos como si el crimen hubiera sido consumado.(...)En varias ocasiones me vi obligado a apartar la cara y taparme los oídos mientras oía sus desgarradores alaridos, después de que la mitad de su cuerpo se hubiese separado de él (...)."
Las monarkias aun deben pagar muchos crimenes😱
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